En Sevilla, se permitió que la mayoría de los jugadores de los equipos locales que estaba en la zona franquista dispusieran de destinos en la ciudad y en sus inmediaciones de forma que pudieran continuar la práctica del deporte. Ese año, el decreto del 22 de febrero por el que se creó la Delegación Nacional de Deportes, colocó al deporte español bajo el control del Movimiento, limitando las funciones sociales de los clubes de fútbol.